miércoles, 17 de marzo de 2010

La Mala Costumbre de Cortar


Hace pocas semanas, miles de vecinos de nuestra Ciudad Autónoma de Buenos Aires, fuimos víctimas de repetidos corte de energía eléctrica, que generaron un importante malestar en la población. Muchos barrios se vieron afectados durante días, y sus habitantes fueron perdiendo la paciencia. Hasta entonces, todo parecía demostrar un ineficaz servicio de energía eléctrica que pierde su capacidad ante cualquier día de mucho calor, o ante cualquier día de fuerte tormenta, cualidades conocidas de nuestra ciudad durante el verano. Es decir, más sencillo, si la luz se va a cortar cuando hace mucho calor, o cuando llueve mucho, mudemos Buenos Aires a Tierra del Fuego. Pero como los costos de flete ascenderían a millones de dólares, tenemos que soportar este tipo de abusos.

Particularmente, en el barrio donde vivo, Caballito, hubo varias ocasiones en que la luz se cortó por largas horas, ý con el transcurso de algunos dias, se dieron cuatro o cinco oportunidades en que la luz se cortó rondando las ocho de la noche, hasta la medianoche, aproximadamente. En la última de esas ocasiones, presencié un episodio que me resultó desesperanzador. Yo regresaba a mi casa a eso de las ocho de la noche, y cuando voy a acercándome a mi barrio, empiezo a escuchar el sonido de las cacerolas (no muchas), agitándose a modo de queja por el corte de luz. Cuando llego a la intersección de Diaz Velez e Hidalgo, un grupo de vecinos, de no más de cuarentas personas, se quejaban haciendo tronar sus utensillos de cocina. De pronto, uno de ellos, un jóven de no más de veinticinco años, a quien identificaré desde ahora como El Líder, decide que quiere cortar la calle, y comienza a arrastrar bolsas de basura, para cortar la avenida Diaz Velez. No solo eso, sino que toma la desición de prender fuego aquellas bolsas de basura, y con la ayuda de unos adolescentes que seguramente estaban aburridos, quizá por ya llevar demasiados meses de ocio y no saber que hacer con tanta libertad, empiezan a embeber las bolsas de basura con alcohol, y a incendiarlas. Así que El Lider, y su sequito de adolescentes aburridos, vitoreados por unas cuarenta personas, decidieron que en señal de protesta, cortarían la avenida Diaz Velez en su intersección con Hidalgo, entorpeciéndo el tránsito de una avenida de mucho flujo, y de esto doy fe, porque vivo sobre ella. No tardaron en llegar los aglomeramientos de autos, bocinazos, insultos, quejas, mientras El Lider, con su cara de "a mi no me van a cagar", seguía juntando bolsas de basura, y prendiéndolas fuego, para luego ubicarlas a manera de barricada. Al rato llegó la policía y tuvo una actitud admirable, casi "hippie-pacifista", ya que cortó la avenida Diaz Velez a la altura de Honorio Pueyrredon, para que muchos autos no tengan que encontrarse con ese caos. Otros, que llegaban a la avenida por otras arterias, pegaban media vuelta y volvian de contramano. Mientras, algunos de los manifestantes se asustaban como niños al escuchar que dentro de las bolsas de basura se producian explosiones, que afortunadamente no lastimaron a nadie, más allá de que en un momento vi a una señora retirarse de la manifestación luego de producida una de esta detonaciones, seguramente producto de algun desodorante descartado por alguien, los cuales al calentarlos, curiosamente, o no, explotan.

¿Cual es el sentido común de este tipo de protestas? Eso me pregunto yo. ¿Cual es la idea? ¿Si yo no tengo luz, entonces, los que circulan por Diaz Velez, no pueden hacerlo? ¿No deben? ¿Si yo no tengo lo mío, entonces los otros no tienen nada? No entiendo, la verdad. No entiendo que tiene que ver la gente que circula por Diaz Velez con que yo no haya tenido luz. ¿Cual es su responsabilidad? Ninguna, eso está clarísimo. Lo que pasa es que en este país, en algún momento se nos ocurrió que una buena manera de protestar es molestar al prójimo, en vez de molestar al que nos está perjudicando. Entonces, este episodio que les comento del corte en Diaz Velez e Hidalgo, concluye con un montón de adolescentes jugando al fútbol, aprovechando la desértica avenida, mientras su Lider, los observa con cara de tarea cumplida. Entonces, al final, la manifestación, desde mi punto de vista, resulta poco seria, y poco comprometida, y falla por todos lados. En primer lugar, como ya mencioné, la culpa de que nosotros no hayamos tenido luz, no la tiene el que circula por la avenida, segundo, alguien podría haber salido lastimado, y tercero, los chicos que al final jugaban a la pelota generaron un paisaje poco serio para la situación. Todo por cuarenta personas, eh, no todo un barrio. Pero bueno, como dije al comienzo, el paisaje me resultó desesperanzador, porque no veo sentido en los actos de mi sociedad. No entiendo a que se quiere llegar. Creo que este tipo de episodios nos separa más como compatriotas. Pero bueno, muchas veces, la sociedad copia lo que ve en los medios, y desde hace años que en los medios se muestran este tipo de manifestaciones. Ahora, por algun lado, me pone contento que hayan sido solo cuarenta, no cuatro mil. Cabe mencionar a la gente que no reaccionaba así, sino que hacía algo verdaderamente productivo: la heladería de al lado desde hace rato que tiene un generador elétrico a nafta, para seguir trabajando en estos casos, y la heladería de la esquina, se encargó de trasladar su mercadería.

La verdad que hacer este corte de calles porque no tenés luz, me parece un abuso. Porque por más harto que estés, no te falta la comida, no tenés hambre o sed, o te falta atención médica. No se te mueren tus hijos, por inanición o quedan retrasados mentales, por desnutrición. Sucediendo esas cosas en nuestro país, una protesta porque se te descongela el osobuco en el freezer, parece una estupidez. Y la persona que andaba por Diaz Velez no tiene nada que ver con nuestra falta de luz.

Pero bueno, amigos, la incoherencia sigue siendo moneda corriente en los aspectos que tienen relación con el progreso de nuestra sociedad como un proyecto colectivo. Acá, cada uno cuida su quintita sin pensar en el prójimo. Me lo demuestran la mayoría de los políticos todos los días, desde hace años. Y esta vez, me lo demostraron algunos de mis vecinos.

Que desilusión.

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